
MY DYING BRIDE – The Ghost of Orion (ALBUM REVIEW)
Hablar de My Dying Bride y dedicarles un review no es cualquier cosa, de hecho es todo un desafío para cualquier amante del metal en general y del doom en particular: 30 años de trayectoria, 1 demo, 14 álbumes editados, 8 álbumes compilatorios, 6 ep´s y 3 álbumes en vivo (incluyendo el ep en vivo “Live at Dynamo ´95”). My Dying Bride (MDB), junto a Anathema y Paradise Lost (PL) conforman la triarquía de grupos ingleses que contribuyó y lideró la creación del sonido del doom metal moderno – con una marcada tendencia al sonido gótico, a diferencia del doom clásico más ligado, usando términos actuales, al stoner – en particular durante los tres primeros discos de cada uno de ellos. Si se fijan, estas tres bandas tuvieron un desarrollo musical similar: tres discos de doom más clásico – con marcadas influencias death – luego un disco un poco más moderno, tanto en sonido como en composición (si no me creen, chequeen y comparen el “Like Gods of the Sun” (Peaceville, 1996) de MDB con “Eternity” (Peaceville, 1996) de Anathema y “One Second” (Music for Nations, 1997) de PL), un disco demasiado transgresor y experimental para su discografía (“34.788%….Complete” (Peaceville, 1998) de MDB, “Alternative 4” (Peaceville, 1998) de Anathema y “Host” (EMI, 1999) de PL) y un regreso a sus raíces o, en el caso de Anathema, un cambio sostenido a un estilo más progresivo más cercano al rock que al metal.
El caso de My Dying Bride es especial por varias razones, no sólo por su trayectoria estilística, sino por lo influyentes que han sido los integrantes que han pasado por la banda y que han afectado – era que no – la calidad musical que demuestran en cada álbum que editan, y su gusto – cercano casi al ridículo – de sacar al mercado con demasiada frecuencia discos compilatorios. Les explicaré por qué es importante cada uno de estos aspectos.
El año 2015 fue el último en que sacaron material original: el disco “Feel the Misery” (Peaceville) presentó hasta esa fecha su última alineación relativamente estable: Aaron Stainthorpe y Andrew Craighan como los únicos miembros originales en voz y guitarra principal respectivamente, Lena Abe en bajo – quien reemplazó en el 2007 a Adrian “Ade”Jackson, bajista original –, Shaun McGowan en teclados y violín, Calvin en guitarra (miembro fundador quien abandonó la banda en 1999 y quien regresó en reemplazo de Hamish Glencross en el 2014) y Dan Mullins en batería, quien entró el 2007 en reemplazo de Shaun “Winter” Taylor-Steels quien sufrió una lesión grave en una de sus piernas. Para Calvin y Dan, fue su útima participación en un álbum oficial de MDB, al tiempo que fue el último disco lanzado a través de su sello discográfico de toda la vida, Peaceville Records.
Despues de “Feel the Misery”, sacaron el tercer capítulo de la trilogía compilatoria “Meisterwerk” en el año 2016, y el 2017, abandonaron Peaceville para cambiarse a la poderosa casa alemana Nuclear Blast, mismo año en que Dan Mullins abandonaría la banda siendo reemplazado por Shaun Taylor-Steels, ya rehabilitado de sus dolencias. En el 2018, luego de cancelar varias presentaciones en festivales, Aaron compartió que la banda entraría en receso debido que a su pequeña hija de sólo 5 años le habían diagnosticado cáncer, sin embargo se encontraban en medio de la composición de un nuevo álbum de estudio. Afortunadamente la enfermedad de su hija se encontraba luego del tratamiento, replegándose.
Desafortunadamente, a fines de 2018, Shaun Taylor-Steels abandona nuevamente la banda (por “insalvables asuntos en la batería” – “unresolvable drumming issues”) y para 2019 hace lo propio Calvin. Ambos fueron reemplazados por músicos ajenos a la historia de MDB: Jeff Singer en batería (músico de Paradise Lost desde 2005 a 2013 y de otras bandas) y Neil Blanchett en guitarra, éste último sin background conocido. Sólo Jeff participó del disco que ahora nos convoca. Durante el año pasado nuevamente MDB lanzó otro disco compilatorio: “A Harvest of Dread”, un boxset de 5 CD´s de edición limitada más un booklet de 92 páginas, a través de Peaceville.
¿A qué viene toda esta introducción? Pasa que luego de todos estos problemas y avatares sufridos por MDB, este “The Ghost of Orion” es el resultado musical de justamente eso: un período de conflictos, cambio de casa discográfica, reciclaje de material antiguo y cambios repentinos de integrantes. Finalmente, quien compuso toda la música para este álbum fue Andrew, quien también comparte los créditos de las líricas junto con Aaron. ¿Qué quiere decir esto? Que recién con este disco sale a la luz lo que los fans ya sospechábamos: que el motor creativo de la banda siempre estuvo sujeto a los espacios que cedían Aaron, pero principalmente Andrew dentro de la banda: los discos más exitosos de la banda fueron un esfuerzo colectivo durante su primera etapa, en la cual participaban todos los miembros fundadores: Andrew y Aaron, junto con Ade en bajo, Calvin, Rick Miah en batería y Martin Powell en violín y teclado. Pero luego de la desbandada producida mientras grababan el “34.788%…” quedaron sólo Andrew, Aaron y Ade. En la etapa siguiente fueron estables Hamish y Shaun Taylor-Steels, logrando sacar buenísimos discos con gran acogida del público, pero nuevamente, desacuerdos internos hacen que estos dos últimos abandonen el buque. Ade se va el 2007 para nunca más volver. Aaron y Andrew reemplazan a los “desertores” con reemplazos que si bien cumplen correctamente su rol, son fácilmente reemplazables. Seamos sinceros: Lena en el bajo no brilla ni un ápice ya sea en vivo como en estudio, misma situación en Shaun en violín y teclados: sus espacios existen en la medida que Andrew se los permita.
¿El resultado? “The Ghost of Orion” es la creación musical exclusiva de Andrew, situación que no se producía desde el “The Angel and the Dark River” (Peaceville, 1995) y el paralelo con ese disco es innegable: abre el álbum con “Your Broken Shore”, primer single y que vino a tranquilizar a la fanaticada después de las declaraciones de Aaron señalando que éste sería un disco “más accesible”: arranca con un arpegio en guitarra que es una clara continuación – musical, lírica y espiritualmente – de esa joya del doom noventero como es “The Cry of Mankind”, que luego de la intro guitar riff hace su entrada el violín de Shaun. Aparece la voz limpia de Aaron que rápidamente muta a su clásico grunt: Aaron está cantando un poco más agudo de lo acostumbrado, mas no desagrada, en tanto sus grunt permanecen inalterables. Las guitarras predominan con Andrew tocando contrapuntos, a veces acompañados con violín. No hay teclados en este tema, sólo unas pocas notas al final del track, que termina con violín y cello de la música invitada, Jo Quail, quien tiene pequeñas participaciones en algunas canciones.
Le sigue “To Outlive the Gods”, pieza triste por donde se lo mire, con un trabajo más dinámico de Andrew en guitarras y con la presencia permanente del violín de Shaun. La voz de Aaron es enteramente limpia, lo que acentúa el carácter lánguido del ánimo de la canción. En la parte media hay una sección en guitarra acústica que le agrega el toque pastoral e íntimo. Jo Quail participa en la sección final con algunas notas. Un gran tema como el primero, qué duda cabe.
“Tired of Tears” mantiene la estructura y participaciones del tema anterior, lo cual constituye el primer punto en contra: la única diferencia es que los contrapuntos pertenecen exclusivamente a Andrew. El violín sólo aparece con unas pocas notas en el pre-coro y coro: el tema pertenece exclusivamente a Andrew y Aaron, éste ultimo cantando con este timbre más alto que el usual. La calidad en esta canción desciende bastante y es un resabio de lo monótonos que fueron los discos que siguieron a esa joya del año 2009 editado por los mismo MDB denominada “For Lies I Sire” (Peaceville). Ni el solo de violín de la sección final logra revertir lo plano de la canción.
Haciendo un poco de historia, siempre ha sido un factor de conflicto el uso – o no uso – del violín: otro detalle descubierto con este disco es la relación amor/odio del tándem Aaron/Andrew con el protagonismo de este instrumento, pese a ser lo que los destacó desde sus orígenes por sobre las otras bandas en la ya saturada escena inglesa de principios de los noventa (Recuerdo una entrevista concedida a Grinder Magazine donde Aaron remarcaba que “por supuesto podemos componer buenos temas sin el violín”), lo que llevó, luego de la expulsión de Martin Powell en 1997, a no grabar discos con violín hasta 13 años después, con el ingreso de Katie Stone para precisamente el disco “For Lies I Sire”.
La primera innovación en 30 años acontece con el papel protagónico que se le da a una cantante en un disco de MDB: “The Solace” es una composición únicamente de guitarra más la hermosa y épica voz folk de Lindy-Fay Hella, cantante de Wardruna: un bello tema que pareciera ser la versión en guitarra eléctrica de una canción de Enya o Dead Can Dance. “Subidón” en la barra de calidad pero, ¿será suficiente?
“The Long Black Land” no significa un cambio a lo ya demostrado en “Tired of Tears” excepto por los guturales de Aaron, el violín que nuevamente tiene una participación acotada y el ritmo a medio tiempo de Jeff, quien como Lena – pese a algunos reviews que leí que alababan la performance de Jeff – carecen de presencia y lamentablemente, son totalmente prescindibles. A la mitad de la canción se le permite al cello tocar dos notas, figura un coro femenino sintetizado pero nuevamente las guitarras de Andrew cubren todo el espectro cual oleaje sónico de 12 cuerdas al unísono, mientras la voz dulce de Aaron sorfea sobre ellas. Suena bello pero tristemente, la monotonía, la falta de originalidad y la tosudez por figurar del Sr. A. Craighan desperdician una canción que con otros ingredientes habría sido buenísima.
“The Ghost of Orion” es el segundo experimento del álbum: melodía en guitarra electroacústica con eco construyendo la base sobre la que flotan los susurros de Aaron, en no más de 3 minutos. Pobre musicalmente, siendo solo un divertimento entre el tema anterior y el siguiente, “The Old Earth”, el que empieza con un arpegio limpio en guitarra eléctrica con su respectivo contrapunto; la voz de Aaron entra limpia y solemne, presentando a continuación el clásico riff MDB de 12 notas en forma de escala. Para el puente surge el cántico grunt y un teclado construyendo fondo, bajando el ritmo al máximo. Llegando al final Jeff acelera el paso mientras Aaron recita como mantra “Reclínate en nuestras rodillas” (“Down on our knees”). Al final se deja que el violin dibuje un solo acompañado del infra utilizado cello de Jo. Olvidable.
Cierra “Your Woven Shore” como reprise del primer tema y outro del disco, iniciando con un coro feminino como de iglesia, para ser atravezado por el cello y con un par de teclas de Shaun. Y sería…
¿Conclusión? Este es el disco más mediocre de My Dying Bride. Me duele decirlo porque amo su discografía – original, no esas compilaciones publicados con un marcado interés monetario – guardando especial cariño incluso por aquel incomprendido y menospreciado “34.788%…” pero este “Ghost…” no le llega ni a los talones a ese álbum, en originalidad, goce y entusiasmo. Lo que me intriga es imaginar cómo habría sido este disco con los aportes de Calvin en la segunda guitarra y Shaun en las baquetas, traduciéndose hipotéticamente en un esfuerzo colectivo más que en la sola creación de Andrew y en menor medida, de Aaron. Espero que este bajón creativo sólo sea un impasse en su extensa trayectoria, tan generosa en excelentes discos como “Turn Loose The Swans”, “The Angel and the Dark River”, “The Light and The End of The World” o “Songs of Darkness, Words of Light”. Espero además que este cambio a un sello más grande como Nuclear Blast no haya influenciado en la pobre calidad de este trabajo, de tal forma que el próximo disco retome la valiosa senda de los discos antes referidos. A veces, la calma no llega inmediatamente después de la tormenta.

Lanzamiento: 06-03-2020
Sello: Nuclear Blast Records
TRACKLIST:
- Your Broken Shore
- To Outlive the Gods
- Tired of Tears
- The Solace
- The Long Black Land
- The Ghost of Orion
- The Old Earth
- Your Woven Shore
Calificación: 4 / 10
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