DARKTHRONE – “Eternal Hails” (ALBUM REVIEW)
Escribir sobre Darkthrone siempre será un placer y un arma de doble filo. Tal y como es y ha sido su música y actitud: una mezcla de compromiso fiel a las raíces del “verdadero metal” y a la misantropía como forma de vida, un saludable respeto por el ruido y el sonido low-fi, su buena dosis de cinismo – ya lo explicaré más adelante – sumado a una valentía creativa por siempre expandir los límites del Black Metal, manteniendo la ortodoxia pero sin temor a conectar lo que representa, en su más profunda raíz, este estilo – considerado cerrado y cuadrado por los neófitos e imbéciles – con géneros en apariencia tan disímiles como el heavy metal clásico, el doom metal, el punk y el Hard Rock más sucio y malvado.
Hablar de Darkthrone para mí es como hablar de Bob Dylan, King Crimson o Melvins: bandas que con su discografía más clásica contribuyeron a delinear un género a costa de ganarse un estigma de “banda que toca tal estilo” aunque hayan tratado el resto de su trayectoria de alejarse de tal o cual etiqueta, dando a luz discos gloriosos pero que nunca tuvieron tanta notoriedad como aquellos “discos clásicos” por los que siempre serán recordados.
Siguiendo los ejemplos antes dichos, Dylan siempre será recordado por “Blonde On Blonde” y “The Times They Are A-Changing”, aunque haya sacado discos mucho mejores con posterioridad a aquellos; King Crimson pasará a la historia por sus tres primeros discos, aunque los haya superado con trabajos de gran factura en las décadas siguientes. Mismo caso para Melvins, “Houdini” pasó a la historia como su mayor legado – de la mano de Kurt Cobain – aunque lleve más de 20 discos buenísimos luego de aquel lanzamiento.
Para muchos, Darkthrone empezó con “A Blaze In The Northern Sky” y terminó en “Panzerfaust”. Misma apreciación por ejemplo se le aplica a Satyricon, respecto de sus discos desde “Dark Medieval Times” al “Nemesis Divina”. Los ejemplos son innumerables. El afán de los “true” en privarse de buena música, conducta prejuiciosa que sólo el tiempo y aporreos contra el muro siempre cálido del sentido común permiten derribar. Darkthrone y las demás bandas que nombré nos han regalado centenares de horas de buena música, de perspectivas valiosas y de vanguardia artística mil veces más interesante que la bazofia que nos venden los sellos y las plataformas de streaming (otrora, los sellos). Veamos por qué en el caso de Darkthrone.
Darkthrone ES el remedio de buena música, actitud Fuck Off y perspectiva respetuosa de la historia del Rock y Metal de calidad que el mundo necesita. Desde el “Ravishing Grimness” (1999 – Moonfog Prod.) se han encargado de entregarnos dosis de Black Metal dentro de canciones que lo fusionan exitosamente – desde el punto de vista de la composición, nunca desde el éxito comercial – con el Hard Rock, el punk y el Heavy Metal clásico. Si, Darkthrone suena a la segunda ola del Black Metal, suena a “Norsk Arisk Black Metal”, pero también a Motorhead, a Discharge, a Celtic Frost, a Mercyful Fate y a Bathory. Ahí está el gran mérito de Darkthrone, ser la banda donde “todos los caminos confluyen y tienen sentido“, como canta Bob Dylan.
¿Y el cinismo? ningún gran artista carece de este disvalor – o virtud, depende de la óptica. Hay una contradicción evidente en que compongas himnos a la misantropía, los bosques noruegos, pasear en soledad, dedicarles “Fuck Off and Die” a la sociedad y al mismo tiempo edites tus discos con Peaceville Records, tengas patrocinadores para tus guitarras (chequeen su instagram, bien activo por lo demás) y que además tengas tu propio sello discográfico, Tyrant Syndicate. Sin contar un sinnúmero de colaboraciones con otros artistas – desde Satyricon hasta Ulver y Red Harvest – entrevistas, documentales, blogs, programas de radio, presencia en Spotify – hasta el día de hoy me es extraño encontrarlos ahí, tanto como las Playlists armadas por Fenriz y la discografía (casi completa) de Nocturno Culto. En fin, cuestión de criterio. (Por si no lo sabías, este dueto compone Darkthrone, banda noruega nacida en 1986, manteniendo este formato de dúo desde 1993).
¿A qué suena “Eternal Hails” entonces? Si eres de los valientes, sabrás que Darkthrone ha pasado por varias etapas desde su período discográfico conocido como “The Unholy Trinity” (desde “A Blaze…” hasta “Panzerfaust”). Editó un disco experimental (“Total Death”– Moonf Prod., 1996), un compilatorio, dos álbumes muy similares en los que profundizó en temas largos y de medio tiempo, mezclando el Black Metal clásico con el Hard Rock, un disco más crudo que los anteriores (“Sardonic Wrath” – Moonfog Prod., 2004). Desde el año 2005 al 2010 exploraron las arenas del punk rock alumbrando discos de exquisita factura como “Dark Thrones and Black Flags” y “Circle The Wagons”, que podríamos calificar como Black/Heavy/Punk Metal. De ahí en adelante Fenriz y Nocturno Culto mudaron su enfoque hacia Heavy Metal más primigenio, muy cercano al Doom Metal clásico. (“The Underground Resistance“, 2013, Peaceville Records).
“Eternail Hails”, disco N°19 de su extensa trayectoria, viene precedido de dos discos fundamentales para su comprensión: “Artic Thunder” (2016, Peaceville Rec.) y “Old Star” (2019, Peaceville Rec). Sin la escucha de ambos, podrás disfrutar pero no entender la actual faceta de Darkthrone. Siguiendo el patrón temporal – espontáneo, no premeditado – de cada disco desde “Ravishing Grimness”, Fenriz y Nocturno Culto nos presentan el “Real” Black Metal” compuesto y ejecutado desde el prisma del rock clásico: esto es “Proto-Black metal” parido en el 2021: auténtico black metal retro-futurista, como si contemporáneos de Blue Cheeer, Hawkwind y Celtic Frost se tratasen.
Desde el primer segundo del primer track de “Eternal Hails” notamos un descenso en la calidad del sonido en comparación a “Old Star” y “Artic Thunder”. Podría explicarse por la mudanza desde su estudio casero Necrohell II,grabar en el Chaka Khan Studio de Oslo, mandatado por Ole Ovstedal y Silje HøgevoldCreo que es el único aspecto negativo – para mí – del álbum.
Lo demás es majestuoso y de increíble calidad: desde la portada, pintura correspondiente a la obra conocida como “Plutón y Caronte” (1972), del reconocido artista de ciencia ficción David A. Hardy, hasta la composición: riffs pausados, ritmos lentos y reflexivos, arranques de estampida de la batería – marca registrada de Fenriz – y la malvada precisión en las cuerdas más la pútrida voz de Nocturno Culto. Para este disco además se dieron el lujo de agregar un Moog que les permitió crear ambientaciones, intros y outros escalofriantes que colorean este opus con ese “frío y desamparo espacial” que evoca la portada.
Desde el arranque, “His Masters Voice”, nos hipnotiza con sus acordes doom sencillos y ese feeling hardcore en la batería, gentileza de Fenriz. Esto es puro hard rock clásico regado de black metal gracias a la voz de ultratumba de Ted “Nocturno Culto” Skjellum. Es como escuchar los primeros discos de Bethlehem y HellHammer, puro doom death de exquisita factura y un arpegio triste que hace la pausa dramática donde más duele. Le sigue “Hate Cloak”, único single elegido por la banda, y con cuánta razón: un riff poderoso y expresivo, como si el Gregor Mackintosh de Paradise Lost hubiese hecho un espacio en la agenda mientras grababa el “Gothic” (1993, Peaceville Rec.) con la banda, para prestar sus dedos en esta canción.
“Wake Of The Awakened”, arranca con la clásica batería en clave “caja/hi hat” en corcheas y ese feeling pendular en las guitarras de Nocturno Culto que atrapan a la primera oída. En la mitad hay un descenso de velocidad a escala doom sin perder su oscuridad característica. “Voyage To a Northpole Adrift” mantiene la dinámica entre tiempos lentos y otros más veloces, desplegando riffs arcaicos y en cierto modo, “gancheros” sin perder el sello Darkthrone; de hecho en la mitad hay una sección muy Motorhead. Su final en clave mantra es exquisito.
Cierra con pompa y circunstancia “Lost Arcane City Of Uppraka”. Un inicio ganchero que humea acid rock de los ’60, refuerza esta impresión con un espectacular intermedio con sólo un bajo agudo distorsionado, el teclado Moog y una batería sencilla y confidente, que evoluciona a una sección grandilocuente instrumental con el Moog robándose todo el protagonismo aunque que permite que los demás instrumentos se muevan bajo él como un pantano glaciar. Bellísimo y que te deja pidiendo más!
Fenriz describe las 5 canciones de este álbum como “Cinco dinosaurios pesados mirando con asombro y desconcierto las estrellas”. Y tiene toda la maldita razón. Cinco canciones atemporales que constituyen un nuevo paso adelante en la carrera de Darkthrone, todo un logro para una banda que dentro de sus 35 años de historia no ha dejado de expandirse y ser unos verdaderos pioneros de la exploración rockera sin ceder a tentaciones más comerciales (bueno, un poco de promoción en los medios no hace mal, ¿no?). Hasta el día de hoy se niegan a actuar en vivo (excepto las escapadas de Nocturno Culto con Satyricon) ni menos aspiran a grabar con productores famosos en estudios “hollywoodenses”.
Si el disco te gustó y quieres entender las influencias y referencias primordiales para este trabajo, te recomiendo escuchar el compilatorio editado por Fenriz titulado “Trapped Under Vice” vol. I a IV, siendo el volumen II mi favoritos: una selección de las mejores bandas del underground de los 60 y 70, como Caravan, Black Widow y Black Oak Arkansas. Canciones increíbles de bandas injustamente ignoradas por la prensa mainstream (que le daban más cobertura a Led Zeppelin, Black Sabbath y Deep Purple) y que explican en parte el sonido de este álbum. (Este compilado sólo se encuentra en Youtube como lista de reproducción). En fin, un serio candidato a lo mejor lanzado este año, y que refuerza aún más el mito y el fanatismo que despiertan en la inmensa minoría de headbangers. Un deber!
Calificación: 10 / 10
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